Robar una bicicleta, para un pobre, implica cárcel. Pero robar 18 mil millones de pesos, para los empresarios gasolineros, es el premio a la astucia. Robar una gallina en un rancho para darle de comer a los hijitos un día es muy mal visto, quien lo haga es señalado con el dedo índice, además de recibir un castigo de cárcel por tres días y, si pasa al ministerio público del fuero común, varios años de cárcel; pero robar 50 pesos por cada tanque de gasolina que se llene, a cada 5 minutos, es la garantía para obtener una candidatura a una presidencia municipal, diputación, senaduría, gubernatura, etcétera.
No se vale. Lea usted el siguiente recorte, tomado de La Jornada: “La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) estimó en 18 mil millones de pesos el daño económico ocasionado por los "malos gasolineros" a los consumidores, por lo que instó a las entidades gubernamentales involucradas en el combate al comercio irregular de combustibles "cerrar la pinza" con acciones específicas, mientras la dependencia hace frente a más de mil 200 amparos interpuestos por propietarios de estaciones de servicio en contra de la aplicación de la Norma Oficial de Emergencia 011”.
Un día de tantos, por descuido, no eché gasolina en Comitán y cuando descubrí que el tanque del auto se estaba vaciando, tuve que buscar en aquellos lugares donde venden por litro medido en ánforas, en plena carretera. Fue en Navenchauc, pasando San Cristóbal de Las Casas, donde me hicieron favor de surtir. Como el combustible lo venden un peso más caro pensé en comprar sólo lo suficiente para llegar a Tuxtla, así que decidí adquirir 10 litros, por 70 pesos.
La sorpresa mía y de mi familia fue que, al arrancar, el indicador de combustible había subido mucho más de lo que yo esperaba, mucho más de lo que hubiera subido, con los mismos 70 pesos, en cualquier gasolinera del estado. Así de sencillo. Así de simple.
La razón es que en Navenchauc no tienen un odómetro que marque por el paso de aire, en lugar de gasolina, sino que los litros que venden son litros de mil mililitros de verdad. Los garrafones con los que miden el combustible son de 5 litros, o de 10. Y el ánfora ahí dice un número, y simplemente se llena y ya.
Si esto fuera una exageración mía matizaría del siguiente modo: Comprar gasolina más cara, un peso más cara, sí vale la pena, porque al menos tienes la certeza de que no te están engañando, que no te están viendo la cara de pendejo, que si te dicen 5 son cinco, si te dicen 10 son diez litros, y si te dicen que es un peso más cara pues es un peso más cara y nada más. Sí pierdes 10 pesos en diez litros, pero no 50 pesos en cada 40 litros, como sucede en las gasolineras con marcadores electrónicos, se pierde menos, pues, y estás consciente de ello.
Ahora bien, ¿que cómo le hacen los indígenas para no salir perdiendo? Es muy sencillo: ellos llenan sus garrafones de 5 litros, de 10, de 15 y de 20 litros. No los pueden hacer pendejos, porque además no lo son, y porque a ellos simplemente si no les llenan sus ánforas no lo pagan. Y las gasolineras saben que no pierden, porque saben lo que están vendiendo realmente.
Así que el que quiera comprar gasolina sin que le roben estúpidamente que vaya y pida que le llenen sus ánforas o garrafones de 5, 10, 15 y 20 litros, y que más adelante, con una manguera y una botella con la cola rota, en lugar de embudo, le eche a su carro. Sale mejor. Para que no te vean la cara de wey.
No se vale. Lea usted el siguiente recorte, tomado de La Jornada: “La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) estimó en 18 mil millones de pesos el daño económico ocasionado por los "malos gasolineros" a los consumidores, por lo que instó a las entidades gubernamentales involucradas en el combate al comercio irregular de combustibles "cerrar la pinza" con acciones específicas, mientras la dependencia hace frente a más de mil 200 amparos interpuestos por propietarios de estaciones de servicio en contra de la aplicación de la Norma Oficial de Emergencia 011”.
Un día de tantos, por descuido, no eché gasolina en Comitán y cuando descubrí que el tanque del auto se estaba vaciando, tuve que buscar en aquellos lugares donde venden por litro medido en ánforas, en plena carretera. Fue en Navenchauc, pasando San Cristóbal de Las Casas, donde me hicieron favor de surtir. Como el combustible lo venden un peso más caro pensé en comprar sólo lo suficiente para llegar a Tuxtla, así que decidí adquirir 10 litros, por 70 pesos.
La sorpresa mía y de mi familia fue que, al arrancar, el indicador de combustible había subido mucho más de lo que yo esperaba, mucho más de lo que hubiera subido, con los mismos 70 pesos, en cualquier gasolinera del estado. Así de sencillo. Así de simple.
La razón es que en Navenchauc no tienen un odómetro que marque por el paso de aire, en lugar de gasolina, sino que los litros que venden son litros de mil mililitros de verdad. Los garrafones con los que miden el combustible son de 5 litros, o de 10. Y el ánfora ahí dice un número, y simplemente se llena y ya.
Si esto fuera una exageración mía matizaría del siguiente modo: Comprar gasolina más cara, un peso más cara, sí vale la pena, porque al menos tienes la certeza de que no te están engañando, que no te están viendo la cara de pendejo, que si te dicen 5 son cinco, si te dicen 10 son diez litros, y si te dicen que es un peso más cara pues es un peso más cara y nada más. Sí pierdes 10 pesos en diez litros, pero no 50 pesos en cada 40 litros, como sucede en las gasolineras con marcadores electrónicos, se pierde menos, pues, y estás consciente de ello.
Ahora bien, ¿que cómo le hacen los indígenas para no salir perdiendo? Es muy sencillo: ellos llenan sus garrafones de 5 litros, de 10, de 15 y de 20 litros. No los pueden hacer pendejos, porque además no lo son, y porque a ellos simplemente si no les llenan sus ánforas no lo pagan. Y las gasolineras saben que no pierden, porque saben lo que están vendiendo realmente.
Así que el que quiera comprar gasolina sin que le roben estúpidamente que vaya y pida que le llenen sus ánforas o garrafones de 5, 10, 15 y 20 litros, y que más adelante, con una manguera y una botella con la cola rota, en lugar de embudo, le eche a su carro. Sale mejor. Para que no te vean la cara de wey.
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