Primero debo reconocer el esfuerzo de
Como fue el primer ejercicio se presentaron algunos detalles que quizá requieran alguna revisión o reconsideración.
Evidentemente lo primero es evitar que las porras animadoras de cada uno de los candidatos se junten, como ocurrió en esta ocasión.
Para otro ejercicio igual, organizado por
Moya, mi amigo Moya, quiso robar cámara, o quizá "candidatearse" para el próximo trienio, aunque más bien parecía alcalde rindiendo su primer informe.
No debió ser tan larga su intervención, la gente deseaba escuchar a los candidatos, entrar de lleno "al tema", al "debate", aunque propiamente no hubo debate.
Para mí mismo fueron eternos los minutos de ese largo discurso del ex candidato perredista a
Si bien los de
Bueno, bastaba con la intervención de Juan Ignacio Mandujano Ortiz, quien al principio parecía que también le había ganado la "discursitis", aunque, uffff, afortunadamente luego le entró a la explicación de las reglas del juego. Es decir, no hacía falta el discurso del Moya, lo dijera quien lo dijera. Estrictamente, sólo se requería de la presencia del moderador del debate y de los candidatos. Por cierto, entre las cosas atinadas fue la elección del "Moderador", David Hernández.
Pero, en fin, ellos querían “lucir”, “mostrarse”, ganar “vigencia”, protagonismo.
Porque, en realidad, no era necesario el ejercicio del “debate sin debate”, por la siguiente razón: el IEE tiene la obligación de hacerlo, va a hacerlo, es por ley. Estos compas simplemente se adelantaron.
En todo caso que sirva como ensayo, para aprender de los errores cometidos en esta ocasión por estas inquietas personas.
Y en ese sentido la aportación de
Ahora bien, el hecho de llegar ahí a leer propuestas, sin “debate”, tampoco tiene mucho sentido, por la siguiente razón: cada quien ha tenido y tendrá oportunidades de presentarlas a la sociedad, y si desearan hacerlo a través de la radio pues que cada quien pague de su dinero el tiempo aire que requiera, y entonces nadie les va a criticar que leyeron su discurso, porque nadie va a estar mirándolos.
El “debate” debió incluir debate real, confrontación de ideas, de perfiles (aquí entran las descalificaciones, pero son válidas en una contienda electoral y, según el TRIFE, las descalificaciones y la “guerra sucia” entre candidatos, inclusive a través del recurso del spot, son legales y legítimas).
Si se hubiera dado el debate, de hecho, sí habrían tenido que dejar el “papelito” a un lado, y mirar a la cara al público, y a los propios adversarios, como retándolos.
De ese modo se hubiera evitado que “el debate” se convirtiera en un concurso de lectura con modulación y respeto irrestricto a las reglas de puntuación, salvo excepciones.
Esta conclusión también la debemos rescatar del “debate sin debate” del pasado fin de semana: que en el próximo ejercicio democrático haya más dinamismo, porque, en verdad, la lectura de discursos da mucho sueño, comienza uno a bostezar y de los ojos salen lágrimas, porque éstos ya no quieren mantenerse abiertos y, por tanto, al forzarlos a mantenerse abiertos comienzan a protestar.
Algo que también debe ponernos a pensar es: ¿por qué llegó tan poquita gente al auditorio? Cierto, con los que quedaron afuera gritando porras se hubiera podido llenar el Junchavín, pero ellos llevaban la consigna de no entrar, de por sí.
Pero la ciudadanía en general, ¿qué le desilusionó?
Quizá porque siguen creyendo que los políticos siempre salen con lo mismo y sólo son “un mal necesario?
De hecho creo que público “ciudadanizado” (ahora todo se anda “ciudadanizando”) hubo casi nada, debido a que los pocos asistentes eran gente los propios candidatos (los “generales”), pues cada quien llevó su propio Estado Mayor, con excepción, claro, de mi amigo David Esponda Argüello.
Pero la mayoría de los asistentes se pueden clasificar entre dirigentes de las casas de campaña, periodistas, “informantes” y organizadores (ellos sí que eran muchos, no cabían en la foto).
Pero, sí, preocupa que haya acudido tan poca gente al evento, aunque con los de afuera bastaba, pues al menos a mi mujer y a mis hijos les asustó la agresividad que mostraban, y sólo salieron cuando yo les indiqué que ya podían salir y que el servidor de ustedes iría al frente, tratando de protegerlos.
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