Bien hizo Lalo Ramírez en correr de su casa de campaña al “Tono Balazo Junior”, porque esa suma no suma, resta y divide.
El problema fue que no lo corrió muy lejos, porque rápido lo “pepenó” el Darrinel Alvarado Villatoro, no sólo porque le prometió mucho dinero para la campaña, sino un chingo de botellas de trago corriente, de puro “charrito”.
Una promesa de las últimas es para Darinel Alvarado Villatoro un verdadero canto de sirenas, imposible de resistir.
Y ahora se convertirá en una “piedra en el zapato”, porque se trata de lo “peorcito” de Comitán, por su negro pasado.
La familia de los “Balazos” se han encargado de hacerle la vida imposible a los transportistas de Comitán y de Tzimol, y creo que de todas partes.
No permiten la competencia, no la toleran, quieren el monopolio.
Y cuando la competencia se pone a trabajar, los “Balazo” en lugar de mejorar sus unidades y el servicio comienzan a hostigar a los choferes, auténticos transportistas que sí trabajan, que sí sudan la gota gorda para obtener la comida de su familia.
En cambio esta familia “Balazo” utiliza al gobierno del estado para cerrarles las puertas, las calles, las avenidas y las carreteras.
No tapan calles, avenidas y carreteras con piedras y palos, para nada, “convencen” al Delegado de Transportes para que realice “operativos”, casualmente sólo para detener a las unidades que le hacen competencia a “Tono Balazo”.
Por eso “Tono Balazo” lo primero que hace cuando llega un nuevo Delegado de Transporte es ir a llenarle sus bolsas de dinero, para “tenerlos de su lado”, y cuando no se “entregan” a él los corre, les organiza movilizaciones y hasta “retenciones” ilegales, por no llamarle secuestros.
Al cabo de cierto tiempo el delegado “o se entrega a Balazo” o “se va de la región fronteriza”.
Aquel delegado de transporte que más dure en el cargo es porque supo elegir el “buen camino”: el de ser cómplice del pulpo transportista de Comitán.
Bonita fórmula, ¿verdad?
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