Amargas fiestas patrias pasó el regidor número cinco de Frontera Comalapa, Juan Espinoza García, mejor conocido como “El Espinudo”, aunque no peor que las de Irán Mérida Matamoros, su jefe, alcalde priista de ese lugar, quien terminó con embolia el día 16 de septiembre, según dicen las malas lenguas.
Bueno, para Irán Mérida no fue nada divertido el ver la cara con medio bigote de su regidor, al que mandó al matadero a arreglarse con el grupo de campesinos que impedían la instalación del templete para la realización del grito y del desfile de independencia.
Quizá tampoco le haya divertido cuando vio cómo le quedaron los cabellos hirsutos a su espinudo regidor, ahora con el pelo “mashcoteado”, o sea, cortado disparejo, como si un burro le hubiera arrancado algo de cabello, confundiéndolo con pasto.
Mucho menos cuando vio la foto de su despelucado regidor en el Fronterizo del Sur, en paños menores, con su truza celeste, micrófono en mano.
Pero…
Fue una amarga derrota.
Los campesinos habían advertido, a través del Fronterizo del Sur, que no permitirían ninguno de los clásicos eventos septembrinos. Era un reto a la autoridad.
Irán Mérida había respondido a la provocación, diciendo que cómo chingados no, a través del Secretario Municipal. Sí al grito y sí al desfile del 16 de septiembre. Se anunciaba un choque violento, y alguien debía poner algo de prudencia.
El imprudente fue el alcalde, quien utilizó a su Tesorera, Secretario Municipal, Director de Seguridad Pública y Regidor Espinudo para intentar imponer su voluntad en un pueblo que ya no gobierna.
Aunque la idea de Irán Mérida era instalarse de una vez en el palacio municipal, el 16 de septiembre sería su regreso triunfal, bandera en mano, al palacio municipal.
No logró ni lo uno ni lo otro, esto es: ni grito, ni desfile ni regreso a palacio, sino sólo evidenciarse ante Chiapas y el país que es un gobernante que no gobierna, ni administra, aunque cobra bien.
Por eso sufrió la embolia.
Y ahora que los rumores corren sufren más, porque las malas lenguas señalan que al pobre regidor no sólo le raparon, le quitaron el mostacho y lo encueraron, dicen que también lo desvirgaron.
Y, lo peor, que con la desvirgada le mandaron un mensaje al alcalde Irán Mérida: “Díle que si viene al Palacio Municipal le vamos a hacer lo mismo que te estamos haciendo”, le dijeron y eso mismo fue a decirle al alcalde, quien se encontraba en el rancho del suegro de éste, donde compartían la sal, el pan y un chingo de cervezas y trago del fino.
Bueno, si acaso quiera regresar al edificio edilicio ya sabemos por qué, aunque por su honorabilidad sería mejor que no bien, ¿para qué perder en un minuto lo que tanto ha venido cuidando desde hace más de 40 y tantos años?
Aunque, por ahora, quizá no quiera regresar ni a la ciudad, porque su boca anda un poco chueca, y anda en proceso de rehabilitación en la Ciudad de México.
CHEMINGO TAMPOCO PRESIDIÓ DESFILE NI GRITO; SE LE SUBIÓ EL AZUCAR
El edil José Domingo Argüello Ruiz tampoco dio el grito ni presidió desfile alguno.
Se conformó con presenciar el grito de los otros gobernantes, los que sí saben de política y de administración.
En Las Rosas Chemingo Argüello fue un poco más cuerdo que Irán Mérida, aunque es obvio que el edil pinolteco ya sabe que con los campesinos y comerciantes de Pinola no se juega.
La oposición de Chemingo Argüello ya le mandó decir a éste por su propio bien que ni se asome al palacio, o le harán “bubulubu”. O sea, lo mismo que le hicieron al regidor espinudo en la cárcel de Comalapa.
En cambio, el pueblo pinolteco sí festejó, llenaron el parque central, hubo algarabía, tremenda pachanga.
Claro, todo eso sin el presidente, porque éste tampoco gobierna, no tiene el mínimo control de la administración, desconoce el arte de la política, que es de encuentros y desencuentros, pero de permanente búsqueda de diálogo, aunque no se dialoga a punta de mentadas de madre ni de trancazos como los ha repartido el alcalde pinolteco.
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