Ismael Brito Mazariegos anda con sus calenturas. Además de soñar con una subsecretaría, la que caiga, no importa, pero que haya, anda pensando ya en seguirle los pasos a Férnel Gálvez, como si fuera cualquier cosa alcanzar una diputación federal. Además de dinero se necesita don de gente, trabajo social y, en este caso, para quien haya sido diputado, haber hecho labor de gestoría a favor de la gente de su distrito.
Pero, ¿qué ha hecho Brito, aparte de enviar mentadas de madre vía mensaje texto de celular?
Entre otras cosas echar trago acompañado de suculentas edecanes. Sólo por las edecanes de este we sí me gustaría ser diputado. Cuando yo sea diputado tendré mi harem de edecanes, todo mi cubículo estará lleno de féminas sensuales, con desvestidos eróticos, quienes tendrán la obligación de tomarme el dictado (o tomarme lo que quieran), con la pierna cruzada y de falta corta. Y si llego a
Bueno, esas son mis calenturas, pero las calenturas de hoy no son las mías, sino las de Brito.
Pues bien, este cuate (Brito) quiere convertirse en el cacique amarillo de Socoltenango, falta ver si lo consigue.
Hace tres años andaba con ganas de imponer a una su cunca como sucesora, o sea, como presidenta municipal constitucional, y la convirtió en candidata del PRD a la alcaldía, a pesar de los pesares.
O sea, a pesar de que era la más enclenque, la que menos podía construir consensos ni, menos, ganar.
No le importó dividir al perredismo, quién sabe con qué intereses andaba jugando que se empecinó y, por sus mecos tecomates, impuso a la tristemente célebre Etelvina N.
En esa ocasión el candidato natural era “El huracán” Gilberto Morales, quien se había convertido en el primer alcalde perredista de Socol.
A este compa quería la gente, porque recordaban que había hecho un buen trabajo cuando fue presidente municipal, y deseaban que volviera a repetir y que, cuanto antes, dejara la silla edilicia el propio Brito, pues nada había hecho por la gente, sino sólo por la suya y por él mismo.
Nadie en Socoltenango recuerda a Brito por alguna obra de impacto social, que le haya beneficiado en algo. ¿Quién, aparte de su familia y sus meros cuates?
De ahí que el perredismo se hiciera ilusiones con su “Huracán Gilberto”, y lo pedía para su candidato (te hubieras aventado esta vez, compadre, eso del ácido úrico se quita dejando de tomar chelas y de comer barbacoa de borrego). Como no lo consiguieron registraron al primer alcalde de extracción perredista en el Partido Convergencia y, sin estructura, sin dinero, sin equipo, sin camionetas, sin dinero, a punto estuvo de mandar al PRD a tercer lugar y de alcanzar la presidencia. ¿Qué tal hubiera jugado por su partido?
Pero el neo-cacique impuso a su candidata, la instaló con una candidatura nomás para perder las elecciones y entregar el poder al PRI. Hizo bien, porque si no ya el nuevo cacicazgo del perredista hubiera sentado sus reales para siempre.
Ahora, no contento, ha vuelto a regresar a Socol el Brito, y anda merodeando la pradera política del lugar que lo viera crecer.
¿Por qué no llegó antes, cuando la gente andaba ansiosa de gestorías?
No, Brito sólo aparece en tiempos de elecciones, y en este caso está llegando a favorecer a uno que, al parecer, es su primo hermano, apoyándose en una organización que creó sólo para buscar la promoción del voto, para la grilla.
Ah, pero eso sí, anda diciendo que se lleva de piquete de nalga con Juan Sabines y que, ahora sí, no habrá poder humano ni tricolor que detenga a PRD.
Tres años después de haber partido sin regreso de Socoltenango y de su distrito electoral, pues, Brito aparece, para apoyar, a base de mentiras, a su primo hermano y también familiar de Aimer Avendaño, el viejito que dejó Brito en su lugar para que le cubriera las espaldas y, también, para que le pagara la campaña política con recursos del municipio.
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