lunes, octubre 29, 2007

Martín Javier Hernández Rojas, un tipo de cuidado



Cuidado con Martín Hernández Rojas, el líder de la Organización Democrática Independiente de Comitán (ODIC). Es de armas tomar. Y no se anda por las ramas.

Todas las ha ganado, me refiero a todas las luchas que ha emprendido, sobre todo con movilizaciones.

La agarró contra un abogado violador de una niña de 11 años y fue tanta la presión que ejerció, que ya no hubo de otra: lo metieron a la cárcel, aunque ya tenía comprada su impunidad.

Se puso a las patadas con Pablo Salazar por un problema con hacienda del estado, y volvió a ganar, al cabo de varios años, sí, pero la hizo.

Le ganó una al gobierno del estado.

Como se recordará, Hacienda del Estado exigía el pago a los expendedores de licor de una diferencia que no pudo cobrar en su momento, por una estupidez, de alguno de sus funcionarios.

Para la ODIC sencillamente se trataba de un cobro indebido, porque los expendedores, varias decenas de ellos, llegaron a pagar puntualmente. Que la persona que cobró no lo hizo bien, sino que cobró de menos, ese fue problema de la dependencia, o de quien cobró, no de quien fue a pagar. El recibo les fue entregado y decía pagado.

Más tarde mandaron a llamar a esa misma gente que llegó a pagar puntualmente, sólo para decirle "Ay señito, vierasté, fíjese que el otro día que vino usted a pagar, no le cobramos lo que era, le cobramos de menos, ahora va usted a tener que pagar otro poco, para completar".

-Ahh, sí? Pues váyase usted a la goma.

Ahí comenzó el problema.

Algunos comerciantes se sintieron presionados y no se organizaron. Fueron a pagar la diferencia. Los que se adhirieron a la Odic o ya adheridos siguieron en la lucha para no pagar los "cobros indebidos", no dieron ni un centavo.

Al final Juan Sabines Guerrero dijo que era hora de ponerle un alto a ese cotorreo y que se le diera una salida política.

La salida fue la siguiente: Que hacienda cobre lo que tiene considerado, pero que ese dinero lo pague la Secretaría de Gobierno.

Pero la Secretaría de Gobierno no tiene dinero propio, fue a pedírselo a hacienda del estado. Ésta se lo dio y, más tarde, regresó y dijo: "Aquí está el dinero que deben los expendedores de licor que liderea Martín Javier Hernández Rojas. Cóbrate y ahí muere".

Así que los de la Secretaría de Finanzas escupieron para arriba y luego abrieron bien la boca para cachar su propio escupitajo.

Martín Javier Hernández Rojas les ganó la partida, la pelea, la batalla, la guerra. Ni modo.

Este asunto ya parecía estar resuelto desde el 25. Allá en la Subsecretaría General de la Secretaría de Gobierno se firmó un convenio, con Gabriel Villagrán por delante.

Pero no sólo estuvo él presente, también estuvo y me parece signaron la minuta el Subsecretario de Operación Regional de la misma dependencia, Francisco Escobar. Por la Delegación de Gobierno estuvo presente Wilmar Pérez de León, y por la Subsecretaría de Hacienda Federico Salazar. La idea era finiquitar el asunto y eso implicaba que la dependencia a cargo de Morales Messner cubriría una lana. Pero se estaba haciendo pijiji, ojo de hormiga.

Pero Sabines le dijo que tenía la palabra empeñada desde que vino a hacer campaña a Comitán, y por fin se le puso punto final, de forma poco heterodoxa, pero ya quedó

BRONCAS EN LA SECRETARÍA DEL CAMPO

Empleados de la Secretaría del Campo están denunciando una serie de anomalías que se vienen suscitando en dicha dependencia, cuyos atropellos van desde el maltrato, detención del pago de viáticos entre otros. Dicen que en la Dirección de Agricultura Tropical solo esperan un pretexto para despedir al personal, ya que la mayoría de ellos son de confianza y no gozan de los beneficios para salvaguardar sus derechos laborales y recurrir a las instancias competentes en caso necesario. Piden a los jerarcas de la dependencia que le echen un ojo a la delegación administrativa, el área de planeación y la propia Dirección de Tecnología.

DISCULPA PÚBLICA A LEONARDO

Que este martes la maestra Tania Isabel Cruz López ofrecerá una disculpa pública a Leonardo de Jesús Palacios García. Dirá que se le pasó la mano. Que no dijo lo que dijo. Que lo que dijo que dijo en realidad lo dijo una de sus alumnas. El problema es que ella le dio credibilidad.

Algo de teoría hace falta en este caso, y por supuesto un profundo proceso de transformación de la práctica docente.

Quizá ella no lo sabe, pero el y la docente son depositarios, de facto, de un poder absoluto en el aula. Disponen del PODER EJECUTIVO, porque las y los profesores son quienes dicen qué hacer, cómo hacerlo, a qué hora, con quiénes, etc. Del PODER JUDICIAL, porque las y los maestros son quienes reciben acusaciones de unas y otros alumnos, y toman una decisión en el sentido de culpabilidad o inocencia, generalmente sin previa investigación. Y del PODER LEGISLATIVO, porque son quienes ponen las reglas de juego, las del comportamiento, el no brincar, no gritar, no correr, no empujar, no pasar, no tocar, no mirar, no adelantarse, no sentarse de un modo o de otro, etc.

El manejo de ese poder discrecional en la escuela por parte de las y los docentes jamás habrá de dar como resultado una buena formación cívica, porque lo último que se practica en la escuela es la democracia, y cuando se intenta algún proceso de elección con votos se recurre a la compra de votos, como ocurrió en otra escuela primaria.

Presenciaremos la disculpa pública. Veremos si de veras resulta en disculpa o en otra cosa. Lo único cierto es que quien debió haber salido de su salón no fue Leonardo, sino la maestra, quien mínimamente incurrió en el delito de difamación y calumnia, lo cual constituye un delito.

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