Los municipios que cambiaron de color y entran a la llamada era de la alternancia política, en esta ocasión, fueron La Trinitaria, Chicomuselo y Tzimol.
Por primera vez van a conocer las implicaciones de un gobierno no priista, a ver si les gusta.
Más vale que no se hagan muchas ilusiones, porque luego se abren demasiado las expectativas, y luego resulta que el cambio no fue "rotundo".
No pueden haber cambios drásticos, pero debieran ser sensibles, significativos, y siempre a favor del pueblo, aunque luego resulta que los cambios más bien son de reversa.
Hace seis años llegó el PRD, en coalición con el PT, al ayuntamiento municipal de Comitán, y todos o muchos pensamos que "ahora sí" (como dijo Víctor Hugo Ruiz Guillén) el cambio sería real. Esperábamos demasiado, y no hubo tal, las cosas siguieron esencialmente igual.
Quizá, inclusive, se cometieron más errores de la cuenta, debido a la colocación en puestos clave de funcionarios que no tenían experiencia para gobernar y, por lo mismo, mientras fueron aprendiendo llegó la conclusión del trienio y se acabó la oportunidad.
Son muy pocos tres años, por lo que aquello de tener a gente experimentada, a quienes luego se les critica porque "no salen del ayuntamiento", no es un error, o no lo es precisamente.
Habría que recuperar mecanismos como el del servicio civil de carrera, porque éste no sólo sirve para garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso a la función pública con base en el mérito, sino también con el fin de impulsar el desarrollo de la función pública para beneficio de la sociedad.
De tal modo que, aún cuando servidores públicos de los llamados de confianza tengan una, dos o más administraciones comiendo con manteca, a nadie le colme la envidia y los dejen en paz, máxime si son eficaces y gentiles con Juan Pueblo.
Pero no, aquí cada edil electo llega con sus compromisos, con las facturas pendientes de pagar, y poco importa la capacidad o incapacidad de las personas.
Algo así quiso poner en práctica Vicente Fox, con los famosos Head Hunter, que terminaron en un fracaso, debido a que sólo se retomó el término (para acabarla de amolar en inglés), pero no se aplicó de manera efectiva el concepto, y porque las cosas no son tan simples, pues los cambios radicales vienen acompañadas de otros procesos, no solamente con la sustitución de personas.
A qué quiero llegar: que no se emocionen los nuevos alcaldes despidiendo gente nomás porque sí, nomás porque huelen a la administración anterior.
Por el bien del municipio que van a gobernar, pongan bien el ojo en los perfiles que van a contratar, y no echen por la borda la experiencia de gente valiosa y buena que ya funcionan en los palacios municipales.
Hay personas que están ahí por sus propios méritos y ahí deben seguir. Hay quienes llegaron por imposición o recomendación de otros políticos, de otros tiempos, pero se quedaron ahí porque supieron demostrar su valía o peso específico.
Además, el despedir a trabajadores da motivo a demandas ante Conciliación y Arbitraje y luego caen sobre los ayuntamientos pesados laudos que dejan sin dinero al ayuntamiento.
En resumen, señores alcaldes, deben ponerse vivos, pero ser muy sensatos y, hasta donde sea posible, ser bien intencionados, pensando en lo mejor para el pueblo.
Vamos a ver cómo les va a los municipios de La Trinitaria, Chicomuselo y Tzimol. Ojalá tengan buena suerte con sus gobernantes, que no sólo lleguen a llenarse las bolsas de dinero, que cumplan sus promesas de campaña, que retomen los errores cometidos por sus antecesores y refuercen lo bueno que hayan promovido (no todo es malo). Y suerte también a esos alcaldes.
Si estos alcaldes hacen las cosas medio bien, con eso tendrán para que dentro de tres años repitan los candidatos de su partido, a menos que haya rompimientos intestinos. Pero en todo caso la alternancia no es mala, sino todo lo contrario: sirve para que los que se van, no sean protegidos por el manto de impunidad que luego ofrecen los sucesores del mismo partido.
En las Rosas ya el pueblo ha madurado lo suficientemente para castigar con todo el rigor de la democracia a los malos gobernantes.
Ya el PRD tuvo el poder en sus manos antes de Chemingo Argüello pero hizo un pésimo papel, y lo pagó con una patada por detrás, sacándolo del gobierno en la siguiente elección.
Ya el PAN tuvo a su Ramiro Aguilar Castañeda como alcalde y sigue siendo de los más corruptos e ineptos de toda la región, y ahora su partido quedó sepultado con su escaso 18 puntos porcentuales de la votación del pasado 7 de octubre (a escasos 7 puntos del Partido Alternativa). Qué mejor castigo que ese, mientras que los dos Chemingos (y pegado a ellos Don Francisco Roblero) alcanzaron casi el 37 por ciento.
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