viernes, noviembre 13, 2009
Nos la dejaron ir
Gravar el "diezmo" tiene sus aristas, no es cualquier cosa, y enfrentaría serias dificultades.
Primero que nada afecta a la clase política, o sea, a quienes nos imponen los porcentajes tributarios. Sería hacerse el harakiri. Ahí encuentra su primera dificultad.
La segunda traba consiste en el reconocimiento del "diezmo" como parte de la cultura política. Ningún alcalde admite haber recibido o estar recibiendo "diezmo" alguno.
Todos son santos, nadie es corrupto.
Una más es que entonces se pondría en jaque el salario nominal del alcalde, legislador, gobernador o presidente de la república.
El salario que nuestros políticos reciben de su actividad es casi nada frente a lo que les ingresa por concepto de "diezmo", lo que implicaría la necesidad de reducir a cero su salario nominal, o bajarlo de manera significativa, al salario mínimo, por ejemplo, algo
simbólico, como simbólico es el salario de un obrero.
Otra dificultad a superar es que se corre el riesgo de que las obras sean castigadas con porcentajes nuevos, no declarados, como lo está actualmente el "diezmo". Es decir, que el funcionario le pida al constructor una nueva porcentual, habida cuenta que la empresa del contratista incluiría en sus presupuestos o cotizaciones al antiguo "diezmo", ya legalizado, como parte de sus costos.
Así son nuestros políticos: cínicos y desvergonzados, su ambición no tiene límites. Por eso los políticos no gravarán, jamás, la fuente principal de sus ingresos, lo que los lleva a convertirse en esa clase especial de ciudadanos, generalmente acaudalados, poderosos, perdonavidas.
Por eso ellos preferirán cargarles de impuestos a las mayorías.
Quizá no sea tan rentable cargar de impuestos a los millones de pesos que amasan por concepto de "diezmo" que dejarle caer pesadas cargas tributarias a los millones, pero de mexicanos.
Por eso los políticos mexicanos inventaron un triple impuesto a los vehículos automotores: el impuesto al valor agregado, el impuesto sobre la renta y la tenencia vehicular.
Muy pronto eso mismo va a ocurrir con las bicicletas, la tentación es más grande cuanto que el número de compradores de esos vehículos de dos llantas es infinitamente mayor al número de quienes adquieren automotores.
Bicicletas adquieren los pudientes para sus hijos y para ellos mismos con el fin de satisfacer su necesidad de hacer algún deporte, pero sobre todo aquellos que no alcanzan comprar un auto o una moto.
Es la razón de que ahora estén gravando las medicinas, porque las consumen más los que menos tienen, esto es, los más pobres, millones de mexicanos.
Por eso es importante señalar con el dedo índice a nuestros diputados que nos trabaron el 16 por ciento de IVA, con todo y la "roqueseñal", porque así fue, nos la dejaron ir. Fsur.
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