jueves, noviembre 26, 2009

¿Héroe o Villano?


Caralampio García Gómez está transitando de héroe a villano y de villano a héroe. Lo cierto es que gracias a su intervención una persona, Agenor Cruz Álvarez, recuperó más de cien mil pesos que ya estaban perdidos. Si Caralampio no se hubiera presentado a trabajar ese día el señor Cruz Álvarez estuviera lamentando la pérdida de toda esa lana. Bueno, si Caralampio no hubiera nacido con esa tendencia hacia el heroísmo, Cruz Álvarez estaría sin esa lana, pues en los hechos ya había cambiado de dueño. Es casi seguro que

Es casi seguro que los 150 mil pesos ahorita estarían convertidos en trago o cervezas y otras drogas, de las que se venden en la zona de tolerancia, que allá es a donde llega a parar el dinero mal habido.


El señor Cruz Álvarez, de hecho, está en deuda. Debe 150 mil pesos, ya era dinero perdido, aunque entiendo que nuestro héroe no va a cobrarle absolutamente nada.


El problema es que Cruz Álvarez sí le está pagando al héroe, pero le está pagando mal. Le esta pagando con una acusación de que se “quedó” con diez mil pesos.


Vaya tipo. El villano es el dueño de los 150 mil.


Si ese dinero ya estaba perdido, inclusive recuperando la mitad ya se daba por bien servido.


De hecho, si antes de recuperar la paga el héroe le hubiera planteado un trato: "me das la mitad y ahorita lo alcanzo para quitarle el dinero", estoy seguro que lo hubiera aceptado. O sea, al héroe le hubiera tocado 75 mil pesos; hay que partir del hecho de que expuso su vida. En última instancia que por lo menos le hubiera tocado unos 30 mil, y eran muy buenos para el dueño del dinero recuperar 120 mil, si ya el dinero estaba en manos del hampa.


Ya si de plano el señor Cruz Álvarez es muy miserable y ruin aunque sea el diez por ciento le hubiera dado al salvador de la paga, o sea, 15 mil pesos.


El señor Caralampio García Gómez no se dedica a recuperar dinero robado por lo que pudiera recibir algún salario. No es policía. No es ministerio público ni juez de ninguna instancia, por lo que no cobra quincenalmente nada por exponer su vida tumbando ladrones al suelo para que devuelvan dinero robado.


Por lo tanto le tocaba comisión.


La mayoría de las empresas que en Comitan trabajan con comisionistas otorgan el 20 por ciento, entonces a nuestro héroe le tocaba, justamente, 30 mil varos, no una acusación de robo de diez mil pesos.


Aun si se hubiera quedado con los diez mil seguían debiéndole un enorme favor y el señor Cruz Álvarez, en lugar de acusarlo, hubiera cerrado su boca. Pero así somos los seres humanos: ingratos, malagradecidos. Somos esencialmente egoístas.

Ahora bien, ¿dónde quedaron esos diez mil pesos? Pudo haberse quedado en la calle, en el lugar del forcejeo, en las calles que recorrió para llegar a su casa, en las manos del delincuente, en las manos de los policías (¿acaso sería raro?), o, por qué no, si es lo más justo, en las del héroe.

Ahora bien, al aficionado al heroísmo ya van dos veces que ve coronado con éxito su tendencia de defensor de víctimas de robo y flagelo de ladrones. Pero en ambos casos ha puesto en peligro su vida y de su familia, aunque sea cinta negra de alguna de las artes marciales.


Además los periódicos hemos estado publicando su foto y proporcionando su domicilio, mientras que el ratero sigue libre, guardando cada recorte, al acecho, y en cualquier momento había de atacarle, obviamente por la espalda.

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