Este lunes habrá "camorra" en el municipio de Las Rosas. Reina la inconformidad, la molestia, el encono. Ramiro Aguilar Castañeda está despertando al Pinola "bronco".
Le van exigir auditoría, dice José Domingo Meneses Velasco. Están inconformes, encabronados, hasta el gorro de los desmanes de los administradores del dinero de sus impuestos.
Cómo no si la gente vota por un gobernante, para que le sirva, no para que se sirvan. Ni menos agarren la cuchara grande para servirse más o mucho más de la cuenta.
Si se vale ser "cuch", pero no ser tan trompudo. Como dicen los vendedores de golosinas: " Todo con medida, coma frutas y verduras".
Pero aquí en Pinola de plano los funcionarios se pusieron muy golosos, y quieren acabar con todo.
El problema, ahora, son las consecuencias. Hace tiempo se podía ser "cuch" y ser trompudo, ser candidato del PRI y ganar.
Ahora ya no.
Cualquier gobernante goloso no vuelve jamás a repetir en el gobierno, no vuelve a ganar jamás una candidatura a nada, mueren políticamente, se apestan.
Ramiro y su gente están acabando con la gallina de los huevos de oro, porque este será su único chance.
En este caso la gallinita era la presidencia municipal, si la hubiera consentido y alimentado habrían tenido chance de regresar de nuevo en seis años, o lanzarse a una diputación federal (la local ya valió "m", se la va a quedar Jorge Constantino Kanter). Pero, entonces, la diputación federal era posible, querible, amable, "suspirable".
Ahora ya no, y, todavía peor, la pagará su partido, o su "neo-partido".
Volverán las golondrinas sus nidos a colgar, pero el PAN ya no volverá a colocar su banderas en el palacio municipal.
Le cantarán: "Pero si un día, te traiciona el destino, tu buena estrella, te comience a fallar, piensa en el pueblo, que te estará esperando, cura su herida...", porque no te querrán consolar.
Triste historia.
Quizá a Ramiro le falló su equipo de trabajo, sus colaboradores. Se están zurrando fuera de la vacinica.
Hace dos años llegué a sus oficinas a solicitar una entrevista, porque andaba con las calenturas de la redacción de un libro, el cual, por cierto, permanece en el tintero.
La entonces Delegada del Servicio Estatal de Empleo, la contadora Leticia Albores Ruiz o Ruiz Albores, hermana del actual Síndico Municipal, me consiguió la audiencia. Me dio fecha, hora. Gracias, por cierto.
Y fui.
Quería yo escribir la historia política de esa transición, pues el pueblo de Las Rosas es sabio y ha sabido ejercer su soberanía, dándole el poder al PRI, al PAN y al PRD, y en esta ocasión se la dio al blanquiazul.
En la fecha acordada, pues, me presenté, un minuto antes de la hora indicada para no dar motivos a plantones innecesarios por algún leve retardo.
Pero cuando pasó el tiempo y no me invitaron a pasar pregunté y me dijeron: “El señor Presidente no está en sus oficinas, salió a una comisión”.
Mmm, buena plantada esa.
No sé con quien la entonces delegada del SEE concertó la cita, si fue con el alcalde mismo y no anotó en su agenda la hora y día de la reunión malo, muy malo, pues debió haber instruido a su particular para que éste le hiciera el recordatorio. A lo mejor fue con el mismo particular y éste se olvidó. Peor todavía. Etcétera.
Aún así me dieron nueva cita: “venga usted el próximo lunes por favor, y lo atenderá el señor presidente”.
Y, presuntamente, la secretaria anotó la fecha. Yo también. Inclusive registré en mi celular un recordatorio, 40 minutos antes de la cita, el tiempo necesario para llegar de Comitán a Las Rosas en auto. Y llegué puntual a mi cita, feliz de poder conocer y saludar el nuevo presidente municipal.
Pero, tomé mis precauciones. Le dije a la señorita: “Por favor, si el alcalde de última hora tiene una comisión haga usted favor de avisarme, este es mi número de celular (en ese entonces mi número era el 9636330458), el de Cocoso. “Si usted me avisa a tiempo evito viajar en balde, y me da otra fecha”, le dije.
Y, ocho días después, oh sorpresa. El señor me plantó por segunda vez consecutiva. Y no hubo llamada para avisarme que no llegara.
De plano eso ya calienta la sangre.
Aún así, haciendo uso máximo de la tolerancia, acepté una tercera cita.
Ya mejor ni les cuento: Fue la misma cosa.
Así de mal están las cosas en Las Rosas.
El sistema no tiene un buen engranaje, o el que tiene de plano no está aceitado.
No sé si el alcalde sepa de la utilidad de llevar una agenda. O de que alguno de sus auxiliares haga esa función y le eche la mano.
Quizá los mecanismos de comunicación de plano son inexistentes o funcionan pésimamente en esa administración.
Quizá el señor nunca supo que un reportero deseaba entrevistarlo.
O quizá lo supo y por temor a que el reportero lo asaltara en sus propias oficinas, con eso de los chayos, decidió mandarme a la goma.
Si fue así ya tiene algo para presumir el señor.
Si no, pues ya lo relaté yo.
Le van exigir auditoría, dice José Domingo Meneses Velasco. Están inconformes, encabronados, hasta el gorro de los desmanes de los administradores del dinero de sus impuestos.
Cómo no si la gente vota por un gobernante, para que le sirva, no para que se sirvan. Ni menos agarren la cuchara grande para servirse más o mucho más de la cuenta.
Si se vale ser "cuch", pero no ser tan trompudo. Como dicen los vendedores de golosinas: " Todo con medida, coma frutas y verduras".
Pero aquí en Pinola de plano los funcionarios se pusieron muy golosos, y quieren acabar con todo.
El problema, ahora, son las consecuencias. Hace tiempo se podía ser "cuch" y ser trompudo, ser candidato del PRI y ganar.
Ahora ya no.
Cualquier gobernante goloso no vuelve jamás a repetir en el gobierno, no vuelve a ganar jamás una candidatura a nada, mueren políticamente, se apestan.
Ramiro y su gente están acabando con la gallina de los huevos de oro, porque este será su único chance.
En este caso la gallinita era la presidencia municipal, si la hubiera consentido y alimentado habrían tenido chance de regresar de nuevo en seis años, o lanzarse a una diputación federal (la local ya valió "m", se la va a quedar Jorge Constantino Kanter). Pero, entonces, la diputación federal era posible, querible, amable, "suspirable".
Ahora ya no, y, todavía peor, la pagará su partido, o su "neo-partido".
Volverán las golondrinas sus nidos a colgar, pero el PAN ya no volverá a colocar su banderas en el palacio municipal.
Le cantarán: "Pero si un día, te traiciona el destino, tu buena estrella, te comience a fallar, piensa en el pueblo, que te estará esperando, cura su herida...", porque no te querrán consolar.
Triste historia.
Quizá a Ramiro le falló su equipo de trabajo, sus colaboradores. Se están zurrando fuera de la vacinica.
Hace dos años llegué a sus oficinas a solicitar una entrevista, porque andaba con las calenturas de la redacción de un libro, el cual, por cierto, permanece en el tintero.
La entonces Delegada del Servicio Estatal de Empleo, la contadora Leticia Albores Ruiz o Ruiz Albores, hermana del actual Síndico Municipal, me consiguió la audiencia. Me dio fecha, hora. Gracias, por cierto.
Y fui.
Quería yo escribir la historia política de esa transición, pues el pueblo de Las Rosas es sabio y ha sabido ejercer su soberanía, dándole el poder al PRI, al PAN y al PRD, y en esta ocasión se la dio al blanquiazul.
En la fecha acordada, pues, me presenté, un minuto antes de la hora indicada para no dar motivos a plantones innecesarios por algún leve retardo.
Pero cuando pasó el tiempo y no me invitaron a pasar pregunté y me dijeron: “El señor Presidente no está en sus oficinas, salió a una comisión”.
Mmm, buena plantada esa.
No sé con quien la entonces delegada del SEE concertó la cita, si fue con el alcalde mismo y no anotó en su agenda la hora y día de la reunión malo, muy malo, pues debió haber instruido a su particular para que éste le hiciera el recordatorio. A lo mejor fue con el mismo particular y éste se olvidó. Peor todavía. Etcétera.
Aún así me dieron nueva cita: “venga usted el próximo lunes por favor, y lo atenderá el señor presidente”.
Y, presuntamente, la secretaria anotó la fecha. Yo también. Inclusive registré en mi celular un recordatorio, 40 minutos antes de la cita, el tiempo necesario para llegar de Comitán a Las Rosas en auto. Y llegué puntual a mi cita, feliz de poder conocer y saludar el nuevo presidente municipal.
Pero, tomé mis precauciones. Le dije a la señorita: “Por favor, si el alcalde de última hora tiene una comisión haga usted favor de avisarme, este es mi número de celular (en ese entonces mi número era el 9636330458), el de Cocoso. “Si usted me avisa a tiempo evito viajar en balde, y me da otra fecha”, le dije.
Y, ocho días después, oh sorpresa. El señor me plantó por segunda vez consecutiva. Y no hubo llamada para avisarme que no llegara.
De plano eso ya calienta la sangre.
Aún así, haciendo uso máximo de la tolerancia, acepté una tercera cita.
Ya mejor ni les cuento: Fue la misma cosa.
Así de mal están las cosas en Las Rosas.
El sistema no tiene un buen engranaje, o el que tiene de plano no está aceitado.
No sé si el alcalde sepa de la utilidad de llevar una agenda. O de que alguno de sus auxiliares haga esa función y le eche la mano.
Quizá los mecanismos de comunicación de plano son inexistentes o funcionan pésimamente en esa administración.
Quizá el señor nunca supo que un reportero deseaba entrevistarlo.
O quizá lo supo y por temor a que el reportero lo asaltara en sus propias oficinas, con eso de los chayos, decidió mandarme a la goma.
Si fue así ya tiene algo para presumir el señor.
Si no, pues ya lo relaté yo.
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