La Hillary Clinton seguramente será la primera Presidenta de los Estados Unidos de Norteamérica. Ya lo veo.
Participará en las internas de su partido, el Demócrata, y ganará de forma arrolladora. Tuvo tanta publicidad cuando su marido fue políticamente el hombre más influyente del mundo, independientemente de su propia capacidad para estar en medio de la controversia y la noticia.
Cierto, se enfrentará a un negro en las internas, pero no ganará por su belleza o porque el otro sea “black!, sino porque tiene mucho de dónde y cómo ganar esa primera vuelta.
“Sólo un nuevo presidente puede ser capaz de deshacer los errores de (el presidente George W.) Bush y recuperar nuestra fe y optimismo, así como la posición de Estados Unidos como un líder respetado en el mundo".
Ella utilizará el Chat para comunicarse con sus compatriotas, y con el resto del mundo, a ver si nuestros políticos le echan una miradita a esa estrategia de comunicación.
Mi pregunta es:
¿Cuál será el comportamiento sexual de la Hillary?
¿Entrarán estudiantes varones becados a la Casa Blanca en la misma cantidad que entraron mujeres becarias y sensuales con Bill Clinton?
Este último recurría a los famosísimos “wawis” para relajarse ante tanto estrés provocado por la mayor responsabilidad política del mundo: ser presidente del país más poderoso del orbe. ¿Cómo se llama la versión femenina? CUNNILINGUS.
Todo mundo recuerda a Mónica Lewinsky, la becaria que mantuvo un idilio con el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton y que lo sumergió en uno de los más grandes escándalos que sacudieron a la Casa Blanca.
Mónica llegó a los 21 años a Washington para trabajar como becaria en la Casa Blanca con el entonces presidente Clinton.
Allí saltó a la fama por su aventura con el jefe de Estado, que desembocó en el "sexgate", el escándalo que puso contra las cuerdas al presidente.
Todo comenzó cuando Paula Jones, una ex empleada de Clinton en la gobernación de Arkansas, entabló un juicio al entonces presidente por acoso sexual. También allá fundaron su propia ASOCIACIÓN DE MUJERES ACOSADAS POR EL “C”.
Para entonces, Clinton ya había tenido sus encuentros amorosos con Mónica (duraron desde noviembre de 1995 a abril de 1996).
La becaria le había contados todas sus aventuras a su amiga Linda Tripp, que grababa sus conversaciones telefónicas en secreto. Pero esa amiga la traicionó y le entregó todas las cintas al fiscal Starr quien, sin dudar, comenzó a interrogar al presidente demócrata sobre el tema.
El mundo recuerda el discurso de Clinton, mirando fijo a la cámara: "No tuve relaciones sexuales con esa mujer, la señorita Lewinsky". Lo mismo repitió ante el fiscal.
EL VESTIDO AZUL CON SEMEN PRESIDENCIAL
Ella, sin embargo, declaró todo lo contrario y él fue acusado de perjurio. Lo que comenzó como un affaire más de un presidente que tenía fama de Donjuán se convirtió en un gran escándalo mediático y político.
Cierto, se enfrentará a un negro en las internas, pero no ganará por su belleza o porque el otro sea “black!, sino porque tiene mucho de dónde y cómo ganar esa primera vuelta.
“Sólo un nuevo presidente puede ser capaz de deshacer los errores de (el presidente George W.) Bush y recuperar nuestra fe y optimismo, así como la posición de Estados Unidos como un líder respetado en el mundo".
Ella utilizará el Chat para comunicarse con sus compatriotas, y con el resto del mundo, a ver si nuestros políticos le echan una miradita a esa estrategia de comunicación.
Mi pregunta es:
¿Cuál será el comportamiento sexual de la Hillary?
¿Entrarán estudiantes varones becados a la Casa Blanca en la misma cantidad que entraron mujeres becarias y sensuales con Bill Clinton?
Este último recurría a los famosísimos “wawis” para relajarse ante tanto estrés provocado por la mayor responsabilidad política del mundo: ser presidente del país más poderoso del orbe. ¿Cómo se llama la versión femenina? CUNNILINGUS.
Todo mundo recuerda a Mónica Lewinsky, la becaria que mantuvo un idilio con el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton y que lo sumergió en uno de los más grandes escándalos que sacudieron a la Casa Blanca.
Mónica llegó a los 21 años a Washington para trabajar como becaria en la Casa Blanca con el entonces presidente Clinton.
Allí saltó a la fama por su aventura con el jefe de Estado, que desembocó en el "sexgate", el escándalo que puso contra las cuerdas al presidente.
Todo comenzó cuando Paula Jones, una ex empleada de Clinton en la gobernación de Arkansas, entabló un juicio al entonces presidente por acoso sexual. También allá fundaron su propia ASOCIACIÓN DE MUJERES ACOSADAS POR EL “C”.
Para entonces, Clinton ya había tenido sus encuentros amorosos con Mónica (duraron desde noviembre de 1995 a abril de 1996).
La becaria le había contados todas sus aventuras a su amiga Linda Tripp, que grababa sus conversaciones telefónicas en secreto. Pero esa amiga la traicionó y le entregó todas las cintas al fiscal Starr quien, sin dudar, comenzó a interrogar al presidente demócrata sobre el tema.
El mundo recuerda el discurso de Clinton, mirando fijo a la cámara: "No tuve relaciones sexuales con esa mujer, la señorita Lewinsky". Lo mismo repitió ante el fiscal.
EL VESTIDO AZUL CON SEMEN PRESIDENCIAL
Ella, sin embargo, declaró todo lo contrario y él fue acusado de perjurio. Lo que comenzó como un affaire más de un presidente que tenía fama de Donjuán se convirtió en un gran escándalo mediático y político.
Más tarde se conocieron los testimonios ante el fiscal. Ella describió con lujo de detalles sus encuentros amorosos —que incluían sexo oral y jugueteos con un cigarro cubano— y hasta llevó como prueba un vestido azul manchado con semen presidencial. Clinton fue acusado de perjurio y obstrucción a la justicia.
Abrumado por las presiones de Starr, Clinton finalmente admitió en agosto de 1998 que había mentido al pueblo estadounidense y que él había mantenido una relación "inapropiada" con Lewinsky. Clinton dijo que no había cometido perjurio porque él había mantenido sexo oral y que eso no significaba "técnicamente" haber tenido una relación sexual.
¿Volverá el tema a cobrar actualidad?
Seguramente.
Cuídense, señores alcaldes calenturientos. Y no acosen a sus musas vía mensajes de celular porque luego les toman fotografías a esos mensajes y los ponen a temblar.
“Que no quede huella, que no, que no quede huella”.
¿Volverá el tema a cobrar actualidad?
Seguramente.
Cuídense, señores alcaldes calenturientos. Y no acosen a sus musas vía mensajes de celular porque luego les toman fotografías a esos mensajes y los ponen a temblar.
“Que no quede huella, que no, que no quede huella”.
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