miércoles, septiembre 17, 2008

Uf, pasaron las fiestas patrias.


Y ya pasaron las fiestas patrias.

No sé qué tanto valga la pena gastar dinero en esas fiestas, pero qué bueno que existan, sirven de pretexto para tantas situaciones, muchas de ellas necesarias.

Ni modo que no sean necesarias las vacaciones o días de asueto. Los son. Entre otras cosas sirve para que haya notas rojas y policíacas, pues los bolitos siempre dan la nota al atentar contra las vías generales de comunicación, o sea, al provocar accidentes de tránsito.

Ni modo que no sean necesarias las cervecitas, que se prodigan a salud de la guerra independentista.

Ni modo que no sean necesarias las reuniones de los políticos con cenas de gala en los palacios municipales, y los baños de pueblo de los alcaldes, bueno, aquellos que pueden hacerlo.

Bueno, al final, allá en Frontera Comalapa, no pasó lo que tanto temían los funcionarios comalapenses: la retención del edil.

De vicio tantas medidas precautorias y cautelares: fue pura alharaca.

Que Irán Guanerges Mérida Matamoros le dé gracias al pejelagarto Andrés Manuel López Obrador, quien se llevó a los líderes sociales de todas las organizaciones de izquierda al zócalo de la Ciudad de México. Dejaron vacío Chiapas y, claro, la ciudad convertida en algo más que un basurero, perdón, en algo más que frontera.

Por eso todo pasó en santa paz, aunque sí en un ambiente muy tenso, pues siempre tuvieron el miedo de que algo ocurriera en cualquier momento.

Esta tensión la vivieron en el grito y en el desfile, muy desmerecido, lánguido, según ciudadanos comalapenses, aunque hubo quienes agradecieron que desfilaran tan poquitas escuelas y menos estudiantes, debido a que así las calles y avenidas no se cerraron por mucho tiempo, sino escasos 20 minutos.

De todos modos hacerlo les resultó complicado, debido al rechazo prácticamente unánime de las escuelas que tradicionalmente participan.

Le dieron la espalda al presidente.

Y razón tenían: la inseguridad en Comalapa, convertida en algo más que un gran tugurio, una enorme cantina, llena de borrachos, por todos lados, hasta dentro del propio palacio municipal.

Mérida Matamoros tuvo que recurrir a la presión política y al dinero para poder "hacer su desfile", ya que no pudo hacerlo como todos los años.

Y aquellos que le deben "favores", sucumbieron: tuvieron que desfilar, a la del Padre Naty, o a la de producto de gallina, que es lo mismo.

De todos modos qué bueno que no ocurrieron incidentes que lamentar: fue un riesgo sacar al estudiantado a desfilar, en las condiciones de descomposición social que priva en el municipio.

Que pronto se normalicen las condiciones sociales y políticas de Frontera Comalapa, que vuelva la tranquilidad de la ciudad típicamente de provincia, porque ahí vive mi familia y muchísimos amigos, quienes tienen miedo de que en cualquier momento pase algo malo a sus seres queridos. O que los agarren confesados, ya qué.

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