A las diez de la mañana se comenzaron a escuchar disparos en la ciudad de Comalapa.
Al principio pensaban que se trataba de un ráfaga de triques, por algún cumpleaños.
De pronto el panorama cambió de manera drástica; se trataba de un enfrentamiento entre sicarios y policías.
La gente se asomaba curiosa al principio, y se alejaba después, temerosa de su vida.
Pronto se supo de la muerte de una jovencita, de nombre Dulce Arely Vázquez López, de aproximadamente 15 años, originaria del barrio Las Flores, quien quedó tirada en una banqueta, decenas de celulares y cámaras fotográficas comenzaron a accionarse para tomar fotos.
Algún herido fue trasladado al Centro de Salud, en una camioneta de la policía municipal de Bella Vista.
Se supo de camionetas blindadas, una calló en uno de los hoyos que el ayuntamiento no ha llenado por una obra inconclusa, las otras salieron de la ciudad, con sicarios heridos, con rumbo desconocido.
Las corporaciones policíacas, casi todas, hicieron acto de presencia, con elementos armados, prestos al ataque.
Una patrulla de Bella Vista pasó con un herido al Centro de Salud, se supo que era un elemento de la policía sectorial
A las 11 se supo de otro muerto, pero se trataba del elemento policíaco.
La gente se metía a sus casas y cerraba las puertas con llave, para asomarse sólo por las ventanas, siempre con precaución.
A las once se hablaba ya de diez muertos, pero era sólo producto de la paranoia generalizada.
Cerraron los comercios, todos los comercios, ninguno quedó con dependientes atendiendo a la clientela o usuarios.
El parque quedó vacío, de pronto se veía pasar a una mujer u hombre corriendo, pero para buscar refugio en alguna casa vecina.
La balacera reinició pasando las 11 de la mañana, pero ya no eran los sicarios, en realidad la sectorial realizaba disparos al aire para dispersar a los curiosos a fin de evitar más muertos civiles, aunque también se supo que dispararon porque perseguían a delincuentes.
La información del elemento muerto de la ministerial fue resultado de un enfrentamiento en el tramo carretero, se decía que tenía rango de comandante, pero nadie confirmaba su identidad, sino hasta mucho más tarde. Se trataba del comandante Abenamar Medina Alegría.
A la entrada a Comalapa, llegando de Chicomuselo, en la llamada Y griega, se dio otro tiroteo, y la otra junto a la casa Pastoral, donde se decía se habían refugiado los delincuentes.
Ahí se concentraron todas las corporaciones habidas y por haber, de los tres niveles de gobierno.
También concentraron al Ministerio Público de Chicomuselo a Comalapa.
Los vehículos pasaban raudos, casi a exceso de velocidad, por toda la ciudad, siempre con el temor de recibir algún disparo.
La gente continuaba refugiándose en las casas de algunos conocidos, porque nadie quería abrir su puerta, el riesgo de que entrara un delincuente a refugiarse era alto.
¿Dónde estará el presidente Irán Mérida Matamoros?, se preguntaban los ciudadanos, y también funcionarios del Gobierno del Estado, pues lo requerían para que coadyuvara en algo para controlar la situación, o por lo menos para que diera el parte de su propia policía.
Las escuelas fueron cerradas, pero con niños dentro, y ninguno salía si no era bajo la responsabilidad de alguno de sus padres; las madres acudían afligidas, presurosas, por sus hijos.
Las mujeres mandaron llamar a sus esposos, para que las protegieran de las balas, o para avisarles que no pasaran por donde se daban los tiroteos.
Comalapa convertido en una nueva Tijuana, pero parece que sólo es el principio.
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