En Socoltenango un precandidato sigue viviendo en el pasado y creyendo que se puede violentar la ley de forma impune.
¿Qué quería el aspirate tricolor?
Nada, sólo financiamiento oficial.
Sí, correcto, quería que el ayuntamiento desviara recursos destinados a programas sociales, para fortalecer su campaña.
"Apóyame, presidente, tanto tiempo te he apoyado yo a ti y ahora te toca corresponderme", habría dicho.
Pero el presidente le dijo que no, que no lo haría, que no lo hará, que está contra la ley.
Y entonces el precandidato se enojó y comenzó una guerra sucia contra el edil.
Guerra de descalificaciones contra el edil.
De por sí un discurso de ese tipo es fácil, pegajoso, revolucionario. Ni hay que devanarse los sesos ni pagar a un buen intelectual.
Sale espontáneo, basta tomar nota de lo que diga el pueblo, conocer sus demandas, darle voz a los líderes. Una vez que ellos han dicho sus inconformidades habla el candidato, y comienza a decir que todas esas necesidades pudieron resolverse desde hace tiempo si el alcalde en turno y sus antecesores hubieran tenido la voluntad necesaria para hacerlo.
Veremos cómo pintan las cosas en este municipio.
Si el PRD y su candidato se ponen abusados puede regresar al poder.
Pero lo más seguro es que quién sabe.
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