Nosotros los hombrecitos no tenemos nada. Nadie o pocos escriben de los pobrecitos varoncitos.
Los poetas que escriben inspiradas composiciones generalmente lo hacen en torno al género femenino, a lo bello.
"Tuvo que ser Dios quien las inventara", dice Ricardo Arjona, y lo canta.
Y agrega que hubiese dado hasta su columna vertebral, no sólo su costilla, por verlas andar.
Y, como él, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Amaury Pérez, Agustín Lara, Armando Manzanero, José Luis Perales y cientos de cantautores, poetas, han escrito miles de canciones poéticas, o musicalizado verdaderos poemas que rinden a la mujer, tributo y pleitesía.
De hecho no tendría sentido ser varón si las mujeres no existieran. Por ellas somos machitos y nos definimos masculinos y nos reafirmamos hombrecitos. Para ellas.
Ellas nos motivan, nos empujan, nos avientan, nos convocan, nos lanzan al espacio, a la guerra, a la vida y a la muerte.
Cada hombre que se baña y se perfuma lo hace con una musa incrustada en su corazón y en su mente.
La barba la recortamos o la dejamos crecer por y para ellas, para que no le pique o para que ahí ella enrede sus delicados dedos, según.
Un hombre elige ser fuerte o inteligente, o ambas cosas, por ellas.
Otro conquista el mundo de las finanzas para alcanzar a una o a decenas de ellas.
Siempre queremos ser mejores, o el mejor, por ellas, y cuando alguien en la escuela consigue un diez, una mujer debe ser la primera en saberlo y, obvio, aplaudirlo; ganar su reconocimiento es un buen inicio, lo demás es lo de menos.
El joven si anota un gol o consigue una victoria los dedica a una mujer muy hembra, muy femenina, justo para él.
De los géneros existentes es al homosexual al que le va mal, o peor.
A un hombre ocasionalmente alguien le puede dedicar una línea. ¿Pero a un "choto" o una lesbiana? Pobres. Son los "lumpem" de los sexos jijiji, la pura discriminación. Toco madera, no vaya a ser.
Por eso las mujeres son afortunadas.
Nos tienen a nosotros para hacerlas felices.
El problema es que luego abusan.
Cada mujer no sólo sueña tener a un adonis sino al adonis más fuerte y más inteligente.
Y, encima, fiel.
Insisto: lo quieren todo.
Pero, ojo, los extremos se tocan.
Si hacen todo para tenernos mirándolas, admirándolas y amándolas, y si todas hacen lo propio, ¿cómo lograr que los ojos se posen sólo y para siempre en una sola, si así son todas ellas?
Ahí está el detalle.
Sí lo valen, pero precisamente por eso lo exigen todo, y todo no se puede.
No siempre.
A todos nos enseñan a que, antes de casarnos, debimos haber construido una casa, para ahí llevar a la más bella.
El problema es que la bella se queda con la casa, con el coche, con los hijos, con todo.
Las rosas tienen espinas, por cierto.
Por eso, a veces, arriesgo el pellejo proponiendo que los varones también tengamos nuestro día y una vieja que nos escriba, que nos cante y nos mime, al menos ese día.
Que también tengamos, como ellas su ginecólogo, nosotros nuestra "prostatóloga" o algo parecido.
Y construyamos nuestro propio movimiento masculinista, machista.
Y levantemos una bandera común por nuestros propios muertos de Juárez o de Río Bravo o lo que alcance la imaginación.
Porque también tenemos nuestros propios muertos, caídos en la lucha por la vida y en la guerra que libramos día a día por ellas.
Construyamos nuestro patriarcado, o le demos un poquito de oxígeno.
Pero, eso sí, lo hagamos sin violencia. Ya en serio.
Ya en serio, nos sumemos a las mujeres del Frente Nacional de Lucha por el Socialismo y, con ellas, repudiemos el asesinato de Digna Ochoa, Ernestina Ascensión Rosario (anciana de 73 años de edad, violada por cuatro militares de manera salvaje en la zona de Mongólica, Veracruz), o la violación tumultuaria de Julieta Flores Castillo, quien en 1995 pertenecía a la Unión Campesina Popular Francisco Villa.
Ya en serio nos manifestemos también contra la violencia hacia las mujeres y que se manifiesta en muchos ámbitos de nuestra vida, desde lo privado a lo público, hasta las mismas condiciones de pobreza, marginación, explotación y subordinación.
Con ellas construyamos, poquito a poco, negociando en casa, con la pareja, un mundo sin violencia.
Nuestros hijos e hijas, los que tenemos con la bella, nuestra bella, habrán de agradecerlo.
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