Alfredo Galindo Albores es un comiteco que vive en la ciudad de Tuxtla desde hace 21 años, debido a sus proyectos de desarrollo profesional y posteriormente a los encargos que dentro de la administración pública le ha tocado desempeñar.
Aún así visita a su natal Comitán con bastante frecuencia, sobre todo porque es en la tierra de Belisario Domínguez y Rosario Castellanos donde tiene a su familia, entre madre, hermanos, primos, etc.
Allá, en la mera capirucha, se graduó como abogado por la facultad de derecho de la UNACH y posteriormente realizó una maestría en Derecho Constitucional, situación que le ha permitido ser convocado a desempeñar diversos cargos en la administración pública.
Mi amigo Galindo Albores ya pasó por la Comisión de Derechos Humanos, la extinta Procuraduría General de Justicia del Estado, el Instituto Estatal Electoral, las comisiones de derechos humanos, el Congreso del Estado, llegando a ocupar aquí la Secretaría Particular en la Presidencia de la Junta de Coordinación Política, en el período de Rafael Guillén Domínguez, actualmente presidente municipal de Las Margaritas.
Actualmente Alfredo Galindo despacha hoy como Secretario General del Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez, encargo al que fue invitado por el alcalde Jaime Vals Esponda desde iniciado esta administración.
Es el segundo de abordo, nada más.
Esto se dio luego de su participación en la campaña política de Juan Sabines y en la del Jaime Vals en Tutxtla Gutiérrez, siempre en áreas vinculadas a lo jurídico.
La Secretaría General es uno de los espacios más importantes del ayuntamiento, agrupa cinco direcciones, entre ellos tenencia de la tierra, dirección de gobierno, dirección de ayuntamiento, Atención Ciudadana, etc.
Guardando las proporciones, la Secretaría General del ayuntamiento capitalino es como la Secretaría de Gobierno del Estado, sus problemáticas son diversas y fuertes, porque Tuxtla es el municipio más grande de la entidad, con mayor número de habitantes.
A Galindo yo le digo que tiene que venir a Comitán, donde le cortaron su "mush" para luego guardarlo en un libro de leyes, pero responde que no necesita que se lo diga, porque le tiene mucho apego a este lugar y a su gente.
Sin embargo, por ahora lo tiene muy ocupado la Secretaría General del Ayuntamiento capitalino, y aunque le digo que debe echarse un "buen rélax" para aguantar el ritmo de trabajo y el constante estrés, no acepta mi invitación de "irnos de pinta" y prefiere solamente tomar el café y luego irse a comer con su esposa e hijos.
"El trabajo en exceso cambia las preferencias sexuales, es un auténtico peligro", le insisto, pero responde que ese riesgo sólo corren quienes atraviesan los 41 años de edad, y no es su caso.
Por cierto envío desde Comitán un saludo a nuestro amigo común, Pepe Ovilla Martínez, el Cocoso Tuxtleco, de quien hablaremos en los próximos días.
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