Alguien quiso "verle la cara" a Rafael Morales Serrano, que lo embaucó en una causa perdida: competir por la presidencia.
Ya desde el lamentable secuestro y muerte de su hija se le vio intenciones de capitalizar el hecho. De lo perdido, lo recuperado.
Aquella marcha no fue de adhesión politica, sino de repudio al hecho delictivo y contra la inseguridad, pero él le dio otra lectura y ni duda cabe: seguirá intentando sacar provecho de eso (el voto solidario o de lástima), y hudiendo en la cárcel a una persona inocente.
Y es que Morales requiere de factores externos para conseguir algún sentimiento de aceptación, porque la simpatía no se le da. Es como si el Chucho Blanco quisiera ser candidato.
Es más, creo que su única posibilidad de obtener un buen lugar en una contienda política sería enfrentando a este empresario, aunque quien sabe: los dos son antipáticos. Quizá se diera un empate matemático, que no técnico.
Porque no, subrayo: no es por el historial de sangre de su familia, sino por su propia manera de ser, es decir, no infuyen sus padres, sino su propio historial. Jamás alguien ha visto en su persona el llamado espiritu de servicio, por tanto sólo pretende llegar a servirse. A qué más (¿alguien le recuerda por lo menos una gestoría cuando fue regidor plurinominal? ¿¡¡¡Una, por lo menos!!!?
Por eso cada voto que consiga, si lo consigue, tendrá un alto costo económico: será compra directa, burda y grosera.
Con razón anduvo vendiendo aire con diesel y gasolina, más aire que combustible, al grado que le clausuraron el negocito en reiteradas ocasiones y debió echar marcha atrás, hasta que le reabrieron las bombas (a ver cuánto dura).
Por eso en excepcionales circunstancias acudo a su gasolinera a abastecer mi carrro de gasolina, no me gusta que me roben y menos delante mis propios ojos
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