Rafael Morales Serrano Insiste en ir por la presidencia municipal. Tiene derecho a aspirar, es legítimo. Hasta ahí estamos de acuerdo.
De hecho ha estado haciendo campaña desde hace tiempo, buscando promover su nombre, y aprovechándose de hechos lamentables, de los cuales no vienen al caso hablar.
Todo está bien hasta ahí, porque cada quien sabe cómo matar sus pulgas.
Pero…
No tiene la menor probabilidad de éxito, por varias razones.
Primero porque pasar en el PRI está difícil, no es el único gallo, y los otros gallos de la gallera están con los espolones bien puestos.
Segundo porque su tiempo ya pasó, dentro del PRI, por lo menos los actuales no son los suyos.
Si hace casi seis años fue candidato fue porque así convenía a los intereses del estado: el interés del gobierno estatal era poner al rival más débil para que Rafael Ruiz Morales no tuviera que sudar mucho para obtener el triunfo.
Pero si hace seis años era el rival más débil, no veo por qué ahora dejaría de serlo; antes al contrario, su figura es la de un aspirante a político, pero político perdedor. Otra razón por la que sostengo que su tiempo ya pasó es el siguiente: este Rafa Morales se refugia en las faldas de una mujer, presuntamente su tía, la llamada Maestra Chucky, perdón, la maestra Elba Esther Gordillo, charra sindical.
Hay otras razones: el señor es un chaquetero, aunque hoy no tenemos mucho espacio para fundamentar lo dicho, ya habrán pelos y señales, la burra la tuvimos en la mano.
El señor es un haragán: hace campaña desde sus oficinas, de ahí no sale, no hay trabajo de campo. Sólo telefonea a los reporteros y ahí los tiene ipso facto, de pie juntillas. Y así opera con Martín Fernández y Raúl Guillén Cota. Les truena los dedos telefónicamente y luego los recibe en sus oficinas de la gasolinera. Lo más que ha hecho es ir a tomar una taza de café al Quiptic.
Luego seguimos, porque por hoy se nos termina el espacio.
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