domingo, abril 29, 2007

Las “pederas” de un Comisariado


Eso de las pederas tiene su costo.

Cuesta la paga para adquirir el trago o la cerveza para embolarse.

Cuesta la paga que se da a las cantineras que generalmente cobran más de la cuenta y hasta lo bolsean a uno.

Cuesta la paga que se les da a los músicos para la serenata.

Cuestan los golpes al carro que lleva uno.

Cuesta la paga para el descrude al otro día.

Cuesta la paga para curarse de los problemas del hígado, del páncreas, de la úlcera y de todo lo que pega por andar de un lado a otro (dicen que los bolos, ya bien bolos, se les pone el pie plano y ya todos saben qué pasa con éstos)

Y cuesta salir de la cruda moral cuando se enteran, ya buenisanos, de sus desfiguros que hicieron cuando estaban pedos.

Y pior si salen en algún periódico.

Y más pior si salen en En Caliente.

Yo el aconsejo que les doy a todos los políticos bolos es que me inviten el día que echen trago. Así yo rompo mi cámara, o la pierdo, o simplemente no puedo tomar ninguna foto por totoreco, y de lo que veo ni me acuerdo porque generalmente me pierdo y, por tanto, no escribo nada.

Pero como casi no me invitan entonces les va mal.

Así le fue de gacho al diputado Roberto el Chato Ortiz y al regidor Matías en Las Rosas: gachamente, escribí sin piedad, sin tocarme el alma, sin conmiseración.

Hoy sí voy me voy a medir en la crítica a un compa bolo de Comalapa, porque sí, nada más porque sí. Bueno, porque un su hermano es colega y cuate.

Se trata de Óscar Díaz, el Presidente del Comisariado Ejidal en ese lugar.

Se puso la gran peda.

Y a punto estuvo de llegar al bote.

El joven Presidente del Comisariado se pasó de cucharadas e hizo escándalo.

Fue con su camioneta verde a surtirse de gasolina.

Pero ya pedo estaba totoreco y se puso exigente.

Quería su ticket rápido.

Y como no se lo dieron cuando él tronó los dedos dijo que iba a partirle su mandarina al despachador. Total es la autoridad en el ejido y además, la otra autoridad, la municipal, es su compadre.

“Mi compadre y yo somos la ley”, dice que dijo. Saber si será cierto pero así me dijeron.

Entonces los vecinos del lugar llamaron a la policía.

Llegaron los de la Sectorial, la Fronteriza y la municipal.

Ah, pero tratándose de la autoridad ejidal pues le llevaron su carro también, la que sirve para las pachangas.

Y por lo mismo tampoco lo metieron a los separos, sino que lo dejaron en el pasillo de la comandancia, donde algunos malosos andan diciendo que amenazó al comandante en turno y que quería pegarle a los polis.

Como buen bolo el señor andaba tirado en el piso.

Y así le dieron las nueve, las diez, las once, las doce de la noche; la una y las dos de la madrugada.

A esa hora, ya más en juicio, lo dejaron irse a su casita.

Salucita y para la próxima ya sabe: Invite usted al Caliente.

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