Por fin lo supe. Tanto tiempo esperando. Aún más, retándolo.
Al principio yo le decía al tatita Don Raúl Solís Díaz: “si yo no me meto en tu culto por qué te metés en el mío”, pero a él poco le importó. Siguió haciéndolo, duro que dale, dale que duro, necio el señor, terco, como diarrea provocada por cólera.
De tanto joder en su columna “Comunicación” contra mi candidato Mario Guillén le dije, lo reté: “Sale, este es mi gallo, y lo estás sopapeando, maltratando, vilipendiando, jodiendo. Ahora decime cuál es el tuyo, aventate, ¿o acaso Jorge Constantino Kanter no te deja escribir el nombre de tu candidato, o estás esperando a que te den línea?"
Silencio del señor. Nomás mandó decir que yo no me enojara, que soy muy lindo, que una tacita de café (si hasta negro soy de tanto café).
Pero, uff, ya salió el peine, meses después, ya cuando mi candidato desapareció para refugiarse bajo un lindo vestido (es mañoso el we), porque ya no lo he visto últimamente.
Ya ni le digo el nombre de su candidato. Ahí está en las imágenes.
Nomás supo de su destape, también anticipado, se fue a felicitarlo, seguro de su triunfo.
De ese tamaño.
Bueno, no dejaba salir al pobre Fernando García Flores, lo acosó materialmente, hasta conseguir un abrazo, una foto y una promesa: “Serás el Coordinador de Comunicación Social, o Director del Departamento de Proyección Municipal”, como sea que se llame, le dijo el Fer.
Sólo así lo dejó en paz, para darle paso a la cargada de los otros políticos deseosos de congratularse con quien sería el jefe en el trienio que viene.
Ahí apareció un chorro de buscachambas, desfilando, buscando salir en la foto. Sobro todo porque sabían que ahí andaba yo tomando mis placas calenturientas. “Hay que aprovechar, no todos los días sales en En Caliente”, decían.
Uno de ellos fue el chocantérrimo del Fernando Zea Vázquez, pero él equivocó el camino.
Decidió ponerse al tú por tú con el candidato, discutiendo el sabihondo la no existencia de dos partidos políticos.
Este hombre, quien poco cariño le tiene a Jorge Constantio Kanter, decía:
“No, ni máis, en Chiapas sólo hay un PRI, no dos, ni tres, ni cuatro, lo demás son inventos del pinche chaparro del Disraelí”.
Jijos, ¿yo qué? ¿Yo por qué? Soy inocente.
Pero así quiso lucir ante el Fernando de la Paty Díaz.
Ahí mismo este otro calenturiento fue liberado de su capucha y el Zea Vázquez decidió actualizarme, como queriendo ganarse el afecto del Fer, diciéndome qué tanto conoce del precandidato:
“Este compa va a ganar, tiene amplia experiencia administrativa; no sólo es inteligente. Ya fue Secretario Particular, Secretario Técnico, Director de Planeación, Director de Turismo Municipal, sólo le falta ser presidente. Conoce de economía política, de filosofía, de Max Weber, ha leído mil veces a Carlos Marx con El Capital, a Fredric Engels con su “Comienzo y final de una verde mañana” (ah, no perdón, eso fue de Silvio Rodíguez), me refería a “El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Amor (ah, caray, eso también es del cubano cantautor), pero algo así me contaba.
También recitó que el Fer sabe mucho de un tal Adam Smit con aquello del trabajo como fuente real del valor. Y también de los clásicos del anarquismo como Pierre-Joseph Produdhon, Josia Warren y de un británico economista de nombre Hohn Maydard Keynes y un tal Disraelí Ángel Cifuentes jijijiji, originario de El Plan, municipio de Bella Vista, y no sé qué.
No, pos sí, ya iré por unas mis clasecitas de teoría económica y política.
Sí señor, sí iré porque el tipo es una biblioteca ambulante. Pero no me cuadra que Don Fernando Zea me quiera enseñar algo de la carrera política y trayectoria intelectual de este cuate calenturiento.
Cómo no lo voy a saber si no sólo es mi vecino, somos cuncas desde cuando a mí no me alcanzaba para comprar una mi bicicleta rodada 26 (la de rodada 28 no le alcanzo los pedales) y finalmente tuve que resignarme con una Shooper, de aquellas con una llanta chiquita y una más grandecita.
Sí lo conozco, por supuesto, es su marido de la Paty Díaz y su papá de la Fey, clarines, y tiene una su casita hasta allá arriba en el Cerro de la Ametralladora porque, cuando la construyó, quería estar a la altura de Don Belisario Domínguez, a quien veía muy alto en el cerro Negüestic (su significado, dice el Fer, es “fin de la cordillera”, esa retahíla de cerros que llega hasta San Cristóbal), y quiso hacerle competencia para vigilar desde las alturas a quien se portara mal.
A ver si consigue algo este compa. Ya se aventó. Y, si consigue, que me dé una chamba de policía. Me veo más trabado yo que el Jorge López Ramos, ¿o no?
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