lunes, febrero 26, 2007

Las Calenturas de la Toya


Las mujeres también tienen calenturas, aunque se autorreprimen.
En Las Rosas está la Toya, por ejemplo, aunque no se reprime mucho, por lo que hasta ahora me voy enterando.
Ella sabe jugar muy bien a la política y al oportunismo, y en aras de acceder a los círculos de poder es capaz de todo, dije: de todo.
La traición, por ejemplo, no le es ajena, pero es decir lo menos.
Hace años, por ejemplo, estuvo muy pegadita a Chus Orantes Ruiz, y sacó provecho de ello, como era de esperarse.
Cómo de que no, señorita regidora, si de la nada pasó a ser productora de caña; antes usted no tenía ni un hijuelo de caña, hoy tiene un chorro de cabos a su mando y de su cañaveral (de pasiones) salen camiones con hartos puños de esa materia prima del azúcar.
Antes los cabos simplemente eran mandaderos, pero del Chus Orantes, quien inclusive llegaba a tener la desfachatez de enviarlos por usted, a su casa, ante el coraje del Carlitos.
De hecho ahí comenzó su despegue económico; de ser una secretaria más, en el trienio de Aimer Cancino, y su esposo un digno chofer, hoy ya es regidora, productora de caña, empresaria transportista y quizá después diputada. Nadita, ¿no?
A eso se le llama saber lucrar con la política.
Y lo de la traición tampoco es mentira, Aimer Cancino lo sabe.
Recuerde usted que él la contrató para su secretaria, le dio de comer un tiempo, y aún así usted lo traicionó, después.
Debiendo serle fiel, decidió aprovecharse del árbol que andaba cayéndose para derribarlo de una vez y lograr su salida. Aquella traición suya decidió todo.
Cuando la oposición de Aimer andaba sufriendo buscando información para darle el golpe final, apareció la Toya en el Restaurante El Campestre, allá a la salida de de las Rosas rumbo a Pujiltic, y entregó unos documentos con información confidencial, clasificada, cruciales, que comprometían seriamente al presidente municipal, su jefe. Alta traición.
Y Aimer cayó fulminado. Fue defenestrado, de hecho salió para no volver, anda allá en Tuxtla.
Ciertamente el Aimer era prepotente, grosero, autoritario, pero es más cabrón hacer obras por un millón y medio de peso cuando sólo cuestan 500 mil, como la del agua azufrada.
El problema fue otro: el alcalde había sido pieza fundamental para que metieran al bote a Rodrigo Ruiz, por fraude, el saltimbanqui de Ramiro Aguilar Castañeda. Rodrigo Ruiz consiguió salir bajo fianza, pero no salió contento, como era obvio.
Salió con ganas de venganza. Y aprovechó los errores de Aimer para manipular a sus opositores.
Él fue quien financió las movilizaciones en contra del alcalde, aunque la clave fue la traición de la Toya.
¿Qué otros errores había cometido Aimer?
Quizá viéndolo bien sí hayan sido pecados importantes, pero se resolvían con unos diez padres nuestros y cinco aves marías, cuando mucho.
En aquella ocasión El Pescado había asesinado a balazos al Judío, a escasas cuadras del palacio municipal, por el mercado. La policía municipal lo detuvo, porque la comandancia está ahí cerca, llegaron rápidamente, pero por presuntas instrucciones del presidente los agentes policiales dejaron ir por tranquilas aguas al “pescado”; el manto de la impunidad lo protegió hasta que el julín encontró una cueva donde esconderse.
Hubo otro muertito, y el asesino también resultó protegido por Aimer. Eso ocurrió allá por Santa Teresa, donde se dio una simple riña por un poco de agua. El hijo de uno de los rijosos salió de pronto, sacó un arma de fuego y disparó a quien le andaba sonando al papá. La gente que estaba ahí de mirona detuvo al asesino, porque además lo consideraron su deber, lo tomaron in fraganti, y lo entregaron a la policía, pero ésta recibió, presumiblemente, instrucciones precisas para dejar libre al asesino, y así lo hicieron.
Pero esos no son pecados capitales. No ameritaban una movilización tan fuerte como el enriquecimiento ilícito.
Pero hubo paga de por medio y algo muy especial: la alta traición de la Toya. Esa fue la historia de su derrumbe.
Por eso es de cuidado. Esta mujer oportunista era priista hace años, luego se volvió panista por quien sabe que razones, pero nada que ver con ideología. Nadie cambia de ideología nomás porque sí. Y tiempo después volvió al priismo. ¿Algún día se irá ir al PRD de Chemingo Meneses o al PVEM de Chemingo Argüello, ahora que éste va camino a la presidencia municipal? (Ah, don Chemingo, por ahí me encontré al Jorge Cróker y le mandó unos sus saludos, dice que no habrá de piña jijiji y que si quiere su yogurt le mande decir de qué sabor pero declinación nada de nada).
La cosa es que hay que andarse con cuidado de la Toya.
Recuerde Don Ramiro: Quien traiciona una vez traiciona mil veces. Le puede tocar a usted esta vez.

Ahorita, de hecho, la Toya es más panista que priista. Ahorita, por tanto, está traicionando a su partido el Revolucionario Institucional (PRI), porque se entregó de lleno al Ramiro, un panista recientemente pintado de azul.

Pero cualquier cosa puede pasar con ella

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