El Ministerio de Justicia del Estado, antes Fiscalía General y más antes Procuraduría de Justicia de Chiapas ofreció dos respuestas a la columna o calentada del miércoles.
La primera fue una innecesaria disculpa de parte del Fiscal Regional, Bulmaro Acuña Nuricumbo, quien la dio a nombre de Martha Berenice Robles Corzo, ministerio público de turno en la fiscalía de Comitán.
No era necesaria por dos razones: en primer lugar no fue él quien me faltó al respeto, sino la Robles.
En segundo, ya me había yo desquitado, con la columna Prepotencia de Ministerio Público de Comitán.
La otra respuesta la dieron funcionarios de la Fiscalía Especializada de Visitaduría, del Ministerio de Justicia del Estado. Ellos son Jorge Moguel Flores y José Antonio Albores Pascacio, así como Roberto David Wong Bejarano, Agente del Ministerio Público, quienes por instrucciones del Ministro de Justicia, Amador Rodríguez Lozano, vinieron a investigar qué pasó con la dichosa funcionaria y un servidor.
El otro asunto que vinieron a investigar los visitadores fue el de un joven detenido o secuestrado por el abogado de pacotilla y frustrado aspirante a político, Víctor Manuel Díaz Molina, inepto vendedor de ataúdes.
No se pueden violar así los derechos humanos de las personas.
Claro, lo hecho por el más chafa de los abogados e inepto vendedor de ataúdes no constituye violación de los derechos humanos, sino simplemente incurrió en un delito que se llama privación ilegal de la libertad.
La estupidez de este señor es tal que no le permitió entender que estaba delinquiendo al quitarle al niño una cámara fotográfica propiedad de El Fronterizo del Sur y, más aún, al subirlo por la fuerza a su camioneta, para después trasladarlo al ministerio público de Comitán.
La cuestión es que estas dos manifestaciones de la nueva administración en Chiapas hablan de un cambio a favor de la justicia, y en contra de la impunidad.
Que nada quede al aire: Ninguna violación de los derechos humanos de nadie, y ninguna arbitrariedad o delito en la impunidad.
La respuesta fue rápida, porque a menos de 24 horas de publicada la columna, aquí, En Caliente, se presentaron a Comitán, para darle seguimiento a los dos casos.
Insisto: ya Bulmaro Acuña Nuricumbo había presentado una excusa y explicado a este calenturiento columnero que la actitud de Martha Berenice Robles Corzo no correspondía al nuevo rostro de la instacia procuradora de justicia, pero que todo se da conforme un proceso, el cual apenas inicia.
Dijo que evidentemente habían otras maneras de dirigirse al periodista, aunque también explicó que a veces es necesario asumir una actitud de respeto a los procedimientos de investigación del Ministerio Público, sobre todo cuando se trata de preservar la escena del crimen o del evento donde alguna persona pierde la vida.
Se entiende. Y cuando así sea basta con que nos lo informen, y los reporteros habremos de entender, pero eso se dice con formas adecuadas, pertinentes. En la forma de pedir está la de dar.
Por eso mismo planteaba la hipótesis que era la juventud de la señorita Robles Corzo la causante de sus errores, y que quizá el tiempo ayudaría a corregir sus actitudes. Así lo espero.
Porque si con ese chisguetito de poder se le subió tan gachamente, ya me imagino si fuera la Fiscal Regional de la Región Fronteriza y Sierra.
Pero, ya, ya, ya, que la agresión se escriba en letras inscritas sobre un arenal, para que pronto desaparezca de los recuerdos.
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