Caray, y los comitecos que se sentían tan orgullosos de su Chato Ortiz.
Fue su presidente y diputado local, fue el orgullo de la comitecada, pues, para que ahora nos salga con que no le pudo pegar a un chiquitío.
Además de soportar que le dijeran varias veces "Chinga tu Madre", tuvo que soportar dos sabrosos "derechazos", uno en el cachete derecho, y otro, de revés, en el izquierdo.
Ha de ser de la religión y seguidor de Jesús, quien dicen que dijo: "Si te dan un guamazo en la mejilla derecha, de una vez ponte para que te den en la otra y así conseguirás el reino de los cielos".
Y según el videoescándalo, después de recibir sendos golpazos, en ambas partes de la cara, se fue a portarse bien en una sillita, quedó quietecito, en trance.
Obviamente la noticia fue la acusación que le hicieran a él de manera directa: quedarse con una lana, un "bono" de fin de trienio, pero los Coordinadores de Grupo Parlamentario se lo quedaron entre ellos, no lo compartieron con los diputados que integraban esos grupos.
Fueron listos, inteligentes.
El otro ex diputado, Juan Antonio Castillejos Castellanos, estaba enojado por eso, frustrado de que no pudo comprar un buen rancho o renovar su flotilla de coches, todo porque unos "tagarotes" se lo habían comido todo.
Esa es la nota.
La rebatinga por el dinero del pueblo chiapaneco.
Porque es dinero que debieron emplear para que los diputados locales hicieran su trabajo de gestoría, legislativo y de atención a las y los chiapanecos.
Pero no lo utilizaron, al contrario, hicieron "una vaquita" con el resto, con lo que "ahorraron", para hacer una repartición "inequitativa": sólo para los coordinadores de bancada.
Al final, con golpe y sin golpe, al Chato Ortiz nadie le pudo quitar lo bailado: la lana se la embolsó y los otros también.
El videoescándalo sólo sirvió para que lo exhibieran.
Así que lo bailado bailado, pero lo exhibido exhibido también está.
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