miércoles, octubre 21, 2009

“NO ME DIGAN CEBOLLÍN”: PRIMER DAMO

Al Primer Damo le molesta mucho el que digan su apodo: “El Cebolla” o “Cebollín”. Cuando enfrentó al reportero tojolabal, Artemio Hernández Gómez, ese fue su principal reclamo, lo de su hija era lo de menos, aunque la nota era el intento de secuestro de la jovencita, por cobardes delincuentes que intentaron actuar al amparo de una capucha y viajando en una camioneta sin placas.

Varios asuntos vienen a colación a raíz del robo con violencia que en contra de nuestro compañero cometió Armando Pinto Kanter.

En primer lugar, el asunto del apodo, motivo de todo este desmadre. Lo que aprendí en mi adolescencia es que si no quieres que un apodo te quede para siempre, no te enojes cuando te lo digan, una buena estrategia es reírse de tu apodo, simular que te parece gracioso, sea el que sea. Por muy broncudo y por extensa que sea tu fama de ser muy bueno para los golpes, si te enojas del apodo impuesto ya no te lo quitarás en toda tu vida. Eso está ya visto en todas partes, y se confirma en Altamirano. Buenos Días Don Cebollín, gusto en saludarle jajaja. Y, conste, el apodo no se lo puso Artemio Hernández Gómez, ni El Fronterizo del Sur, se lo endilgó el pueblo, en gratitud a su humanitarismo.

En segundo, la inseguridad creciente en Altamirano, culpa de la propia administración municipal y las demás corporaciones policíacas, con las que Heidi Pino Escobar debió establecer mecanismos de colaboración para el combate de la delincuencia. El conducir sin placas de circulación de parte de los delincuentes debió ser detectado, y si lo fue y no procedieron a detenerlo habría que pensar en dos posibles hipótesis: o había complicidad de los uniformados, o de plano son o una bola de inútiles. Esto, claro, tampoco es culpa de Artemio Hernández Gómez, ni El Fronterizo del Sur. Nosotros somos inocentes.

Menos culpa tiene Artemio Hernández de que El Primer Damo y la Heidi Pino Escobar tengan harta paga debajo de su colchón y que por eso anden buscándolos por parte de los grupos delincuenciales. Artemio nunca les dijo a los caciques de Altamirano que amasaran tan grande fortuna, no les mostró el caminito hacia la presidencia, que es de donde han hecho todo su dinero. La alcaldía municipal ha sido su beta de oro, y hasta ahí llegaron solos, sin el Fronterizo del Sur y sin Artemio Hernández. Eso los convirtió no sólo en millonarios, sino en gente pública, harto conocida, de ahí que grupos delictivos ahora los anden buscando para buscar la “negociación”. Urge poner un alto a esa situación, los cuerpos policíacos deberán ponerse las pilas, coordinarse, tener mecanismos eficaces de comunicación para actuar de forma oportuna, porque Altamirano entró ya a un proceso de descomposición social, extremadamente peligroso, para todos los altamiranenses.

En cuarto lugar, hay que analizar el desparpajo y la impunidad con el que actúa el Prime Damo. Actuó a la vista de todo el mundo, a escasos metros de la policía municipal, y lo hizo violentamente, en contra de un reportero. A eso se le llama un pueblo sin ley. La única ley vigente en Altamirano es la que diga el Primer Damo y su mujer, la presidenta municipal. Los policías seguramente vieron el violento robo al compañero Artemio Hernández Gómez, porque estaban a escasos cinco metros, pero se hicieron de la vista gorda, o quizá estaban ahí por si acaso el Primer Damos fuera a necesitar ayuda, algún tipo de apoyo para cometer el atraco. Esto significa que nadie puede caminar por las calles de Altamirano tranquilamente, que en cualquier momento puede aparecérsele “El Cebollín” y lo ataque, lo golpee, le robe sus cosas, y él seguirá tan tranquilo. Esto es el adiós al estado de derecho.

La credibilidad de las instituciones, en Altamirano, se está yendo por los suelos. Tres agresiones al mismo periodista, por parte del mismo grupo de funcionarios, y sin que nadie haga algo para castigar a los agresores, no tiene precedente.

Al periodista tojolabal, Artemio Hernández, le han robado equipos en dos ocasiones, y los ladrones siguen ahí, libres, y cobrando puntualmente sus quincenas.

En la primera ocasión lo secuestraron y, aprovechando que estaba encerrado, le robaron una bicicleta, los mismos secuestradores, funcionarios del DIF altamiranense.

En la segunda ocasión lo agredieron físicamente, y le robaron celular y cámara fotográfica, y el ladrón, el Cebollín Armando Pinto Kanter, sigue ahí, tan campante.

Claro, los policías municipales obedecen a la alcaldesa, Heidi Pino Escobar, la mujer del Primer Cebollín.


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