miércoles, octubre 28, 2009

Hay que gravar el “Diezmo”, y no subirle al IVA ni al ISR


El gobierno federal (y los diputados federales) no encuentran la manera cómo sangrar más al pueblo y a los contribuyentes en general. Felipe Calderón quiere recaudar una mayor cantidad de recursos a través de nuevos impuestos y el aumento de algunos ya existentes. Las propuestas del pseudo “presidente del empleo”, con las que busca recaudar más de $155 mil millones de pesos, son las siguientes:

• Cobrar un 4% en servicios de telecomunicaciones como Internet, telefonía celular y televisión por cable (quedan exentos la telefonía rural y servicios de interconexión).
• Cobrar un 2% a las ventas de bienes y servicios, incluyendo alimentos y medicinas.
• Cobrar 80 centavos por cajetilla de 20 cigarros e incrementarla, en cuatro años, para ubicarse en dos pesos por cajetilla.
• Aumentar el impuesto a la cerveza de 25% a 28%.
• Aumentar el impuesto en los juegos con apuestas y sorteos de 20% a 30%.
• En bebidas alcohólicas cobrar tres pesos por litro a las bebidas con graduación alcohólica con más de 20 grados.
• Aumentar de 2% a 3% los depósitos en efectivo desde $15,000 pesos.
• Incrementar el Impuesto Sobre la Renta (ISR) de 28% a 30%.

Generalmente, a quienes más afecta el fisco es a la gente honrada, dejando intactos a los políticos, su contraparte.

¿Por qué no meter en cintura a los políticos? Porque esas decisiones las toman precisamente ellos y sería como hacerse el harakiri.

Pero es justo y necesario. Es justo porque tienen mucho dinero y es necesario porque el país lo requiere en estos momentos.

Mi propuesta es que los políticos paguen impuestos, pero no de lo que cobran en nómina, supongo que una parte importante de eso ya está gravado, que no todo, debido a que existen las famosas "confidenciales".
Mi propuesta es que tanto el presidente de la república, gobernadores y alcaldes paguen impuestos de los "diezmos" que reciben de cada obra o proyecto.
Si un edil consigue amasar varios millones de pesos en un solo año por concepto de "diezmos", imagínese lo que le toca a un gobernador y al presidente de la república.
Gravar el "diezmo" implica la necesidad de legalizarlo. Pues que se legalice; así como se ha venido dando la tendencia a legalizar el consumo de droga,
Una vez legalizado el “diezmo”, el paso siguiente es gravarlo, en un 20%.
Para poner un ejemplo, para la construcción de la autopista de Tuxtla Gutiérrez a San Cristóbal se gastaron mil 267 millones (442 mdp sólo para el puente). “El diezmo” de esta obra es de 126 millones, 700 mil pesos.
¿Dónde quedó? Si estuviera legalizado lo sabríamos, pero, lo más importante, devolverían algo de ese dinero que, si no se reporta ni legaliza, simplemente es dinero robado, mal habido.
La cantidad de dinero que devolverían al fisco, al erario público, sería de 25 millones, 340 mil pesos, prácticamente el presupuesto anual de dos municipios chicos de Chiapas, como Tzimol y Bella Vista.
Con ese dinero se podrían construir fácil y sobradamente, más de cien aulas escolares, o pavimentar más de 33 kilómetros de carretera, o construir 500 viviendas dignas, etc.
¿Y cuántas obras se realizan al año de ese monto, en el país?
¿Y cuántas obras se realizan con montos mayores y menores?
Sería muchísimo dinero, que se supone regresaría al pueblo, aunque eso es solo un supuesto, pero al menos regresaría al erario publico y el gobierno tendría menos pretextos para sangrarnos a las mayorías con aumentos al IVA, el impuesto del 2 por ciento a la pobreza o a las medicinas.
Ya me imagino que, si un día de tantos se inspira algún político, van a cobrar tenencia de bicicletas y hasta de celular.
O sea, ampliar su base de contribuyentes, pero lastimando más a quienes menos tienen, mientras que ellos se irán enriqueciendo en base al tráfico de influencias, sin nadie que los llame al orden ni paguen impuestos.
Por qué no aprendemos algo de los Estados Unidos y legalizamos las "gestorías" de los legisladores?
Por qué no cobrarle impuestos a los legisladores gestores?
Estamos hablando de miles de millones.
El “diezmo” que dan los contratistas ya ni siquiera lo piden los alcaldes, simplemente se lo llevan en una bolsa negra, de nylon, dentro de la cual va un sobre color amarillo (clásico) que le entregan directamente en sus manos en las de su tesorero, porque es parte de la cultura política mexicana.
Excepcionalmente, los alcaldes dejan de recibir el “diezmo” de alguna obra para que lo reciba algún amigo, quien sirvió de gestor del constructor, esto cuando el contratista no tiene comunicación directa con el funcionario. Pues también al gestor que le cobren impuestos, para que en algún documento se diga a quién le quedó la paga que debió convertirse en obra pero que se convirtió en corrupción.

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